miércoles, 24 de noviembre de 2010

"No me imagino un mundo sin periódicos ni periodistas"

Juan José Millás firmando un libro en la Aljafería
Lunes, ocho de la tarde. En la calle no se ve un alma y los pocos que se atreven lo hacen bien pertrechados de bufandas y gruesas chaquetas. Pero, existe un pequeño oasis en este desierto de invierno: el Palacio de la Aljafería. ¿Qué hacían más de doscientas personas concentradas en el interior del salón Goya de las Cortes con un panorama tan desolador extramuros?

Quizá pueda responderse a la pregunta citando un pequeño detalle que hemos obviado. Juan José Millás se encontraba en el edificio e iba a ser entrevistado por Juan Bolea y Esperanza Pamplona. Colaborador habitual en los viernes de El País, reportero, escritor de multitud de libros -como Dos mujeres en Praga o La soledad era esto- y ganador de los premios Planeta, el Nacional de Narrativa y una multitud en Periodismo. No era de extrañar semejante acumulación de personas ante la expectativa de ver a tan ilustre visitante.

El escritor y periodista  dijo que no imaginaba que se pudieran extinguir los periódicos aunque pudieran cambiar de formato. Ante el futuro incierto del periodismo en las nuevas tecnologías, Millás recomendó a los estudiantes que, ademas de saber un poco de todo, se especializaran en algo que los caracterizara dentro de una empresa y que trabajaran duro. Además, dijo que estamos en un momento de frontera, donde no sabemos muy bien lo que va a pasar y que, en este tipo de momentos, es cuando las cosas realmente interesantes ocurren aunque, según el, el periodismo es uno de los oficios que más sufre en frontera.


Pero no solo de periodismo vive el hombre, y Juan José Millás es un experto analista político. Sobre los dirigentes españoles dijo que no había habido ninguno realmente brillante y que todos habían acabado mal, y puso de ejemplo el nuevo gobierno de Zapatero. Lo que sí "valoró" en la política española fue que al menos, nuestros representantes se identificaban fácilmente con el pueblo. Por ejemplo, habló de Felipe González y Alfonso Guerra como representantes de la periferia y de Suárez como un pícaro.

Advirtió a la sala, con gente de todas las generaciones de que los que mandan en el mundo no son a quienes votamos y puso un ejemplo: Zapatero dando argumentos sobre su política económica frente a los financieros. Millás dijo que todos nos habríamos escandalizado si en esa misma imagen sustituimos los hombres de traje por los militares.


Recapitulemos: Juan José Millás en la Aljafería. Hemos hablado de periodismo de política... ¿nos falta algo?... ¡Ah claro!, con tanto ajetreo se me olvidaba que Millás venía a presentar su libro: "Lo que sé de los hombrecillos". Su autor explicó que la idea le vino de su obsesión sobre si existirían unos hombrecillos que lo mueven todo. Millás explicó que todo lo que escribe es fruto de una obsesión y por eso puede tirarse cuatro años sin esciribir y tener otros períodos muy fructíferos.

El escritor explicó que para él la literatura es la forma de tratar de cerrar la herida que se encuentra entre el mundo y nosotros aunque sabemos que nunca conseguiremos cerrar esa brecha del todo. Para él, la fantasía y los sueños son realidades igual que a lo que comúnmente llamamos "realidad". Las cosas se entremezclan: "El día está lleno de aspectos nocturnos y la noche de diurnos".

Juan José Millás confesó que no leía demasiada literatura española, aunque le iba "por rachas". Declaró ser lector de las buenas novelas de espías aunque detesta los géneros.

¿Quieres ser como Millás? Él comenzó leyendo la Enciclopedia Espasa, sobre todo los artículos más morbosos como "miedo" o "bicicleta". Esa es una de las razones por las que se decidió a escribir. Cuando creció comenzó a leer a grandes como a Hemingway aunque confiesa que no sabía lo importantes que eran hasta después de haberlos leído, nadie se lo había dicho.

El hombre orquesta: literatura y periodismo del más alto nivel. Es lógico que al final de la conferencia la gente saliera en grupos comentando todo aquello que el literato había contado en una hora tan intensa. Millás ya no estaba y el Palacio de la Aljafería volvía a vaciarse. Vuelta a las calles, sin apenas coches tras los semáforos ni gente haciéndolos parar.

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